Se ha escrito un crimen: Tycho Brahe vs Johannes Kepler

Nos encontramos en la Dinamarca de mediados del siglo XVI, un siglo antes de que Galileo pugnara por el heliocentrismo ante las túnicas renuentes de la iglesia. Tycho Brahe, el último gran observador del firmamento sin telescopio trataba de desarrollar su modelo del universo, un híbrido entre el esquema geocentrista ptolemaico y el heliocentrista de Copérnico. A lo largo de su carrera elaboró un catálogo de más 1000 estrellas fijas y escrutó una supernova. En un momento en que el universo se concebía como algo estático la aparición de nuevas estrellas era un concepto inaudito.

Modelo del universo de Tycho Brahe

Modelo del universo de Tycho Brahe

Tycho Brahe era una figura relevante en la sociedad danesa de la época, de familia noble y bien relacionada con la realeza, nunca pasaba desapercibido allá donde fuere, no sólo por su erudición sino también por su carácter siempre dispuesto a la pendencia y a su aspecto estrafalario. Con veinte años había perdido gran parte de la nariz durante un duelo de espadas con otro noble danés. La discusión era ya vieja y se había estancado en la legitimidad de una fórmula matemática (otras versiones sostienen que la causa de la discusión eran las atenciones de una mujer, que cada cual escoja la que mejor estime). Ante la imposibilidad de demostrar quién de los dos estaba equivocado no quedó mejor solución para la disputa que un duelo de espadas. Una de las estocadas le rebanó de cuajo el puente de la nariz. Este suceso lejos de acomplejar a Brahe le introdujo en el noble arte de la alquimia. Pronto diseñó una prótesis a base de oro y plata. Algunos estudios afirman que contenía también refuerzos de cobre, que le darían una apariencia más real. Y así se presentaba Tycho Brahe, siempre acompañado de un tarro de cola, ya que constantemente debía ajustarse la nariz metálica y rellenar de pegamento la oquedad para mantenerla en la posición correcta. Este detalle resultaría especialmente molesto para alguien que pasaba el día alzando el rostro al cielo y enterrándolo a continuación en sus cuadernos.

LA NARIZ

Pero volvamos a sus trabajos. Las mediciones que realizaba Brahe eran de una precisión muy superior a las de cualquier tabla astronómica del momento. Estaba convencido de que sólo con una escrupulosa constancia, realizando mediciones cada noche y anotando la posición de planetas y estrellas se podría trazar un mapa del cielo fiable. Diseñó múltiples artilugios para el estudio astronómico que permitieron demostrar que los cometas no eran fenómenos metereológicos sino objetos fuera de la órbita terrestre.

El rey Federico II de Dinamarca y Noruega le ofreció un mecenazgo por el cual accedía a cederle la isla de Hven ( actual Suecia) para que continuara con sus observaciones, además de la construcción de una casa y la concesión de una renta. En esta isla Brahe promovió la construcción de importantes edificios de observación astronómica que perduran hoy en día. Uraniborg ( ciudad de Urania, en honor a la musa de la astornomía) y Stjerneborg ( ciudad de las estrellas). Brahe contaba con el prestigio suficiente para disponer del dinero que fuese necesario y de los más avanzados aparatos de medición y observación astronómica. Entre 1576 y 1597 se instalaron en aquella isla más de 100 estudiantes, científicos y artesanos.

uraniborg 2

Su suerte cambió con la muerte del rey Federico II y la llegada de Christian IV como sucesor. Este recortó ostensiblemente la financiación de los trabajos de Brahe y su posición como notable de Dinamarca comenzó a debilitarse. Finalmente decide abandonar la isla de Hven e instalarse en Praga, llevándose consigo a todos los ayudantes que pudo reclutar, los instrumentos que se podían transportar e incluso la prensa que empleaba para imprimir sus publicaciones científicas. En aquel momento Tycho Brahe pasaba ya de los cincuenta años y, ante la cantidad ingente de datos que debía manejar, comenzó a buscar un ayudante cualificado para sus estudios. El joven Johannes Kepler, con quien ya mantenía correspondencia, acudió a la llamada seducido por la fama de Brahe. Por aquel entonces, Kepler ya contaba con una excelente reputación como matemático y hombre interesado en el estudio del cosmos. Tycho Brahe disponía de los mejores datos e instrumentos de observación, de modo que Kepler aceptó sin dudar la propuesta de colaboración.

Johannes Kepler

Johannes Kepler

En 1600 comienzan a trabajar juntos. Pero pronto surgió la tensión y las desavenencias entre dos formas distintas de entender la vida y el universo. La relación entre ambos fue de tal antagonismo y desconfianza que Tycho Brahe se negaba a compartir sus datos con Kepler. La enemistad aumentaba y Brahe le impidió todo acceso a la información que manejaba.

braheglobe

Esta situación no duró demasiado pues, en octubre de 1601, Brahe contrajo una grave dolencia renal después de asistir a un convite en Praga, muriendo inesperadamente sólo once días después. Según el testimonio del propio Kepler, el astrónomo danés se habría negado, durante horas, a abandonar la mesa del banquete para aliviar su vejiga con el empeño de no faltar a las normas de etiqueta. Esto le provocaría severas complicaciones renales que desembocarían en la muerte. Considerando la fama de bebedor de Tycho Brahe y las circunstancias de la muerte, no se realizaron investigaciones ulteriores acerca de este suceso.

En su lecho de muerte, Brahe encomendó a Kepler terminar las Tablas Rudolfinas y demostrar su modelo del universo. Así, Johannes Kepler accedió por fin a todos los datos e investigaciones que tanto ambicionaba y pudo confeccionar los primeros capítulos de sus famosas Leyes sobre el movimiento de los planetas en su órbita alrededor del Sol que permitirían describir el movimiento de los astros en el Sistema Solar.

La muerte de Brahe siempre ha sido objeto de intrigas. Hubo quienes aseguraron que el propio rey Christian IV, conociendo las relaciones extraoficiales de Brahe con su madre, ordenó su envenenamiento y, desde luego, no faltaron las voces que acusaron a Johannes Kepler de su asesinato. A fin de cuentas, él había salido muy beneficiado con su muerte. Trescientos años después, un grupo de forenses exhumó el cuerpo del astrónomo para aclarar su muerte. Las investigaciones arrojaron resultados que apuntaban claramente a un asesinato: Además de la tinción verdosa presente en los huesos del cráneo, debido sin duda a la oxidación de la nariz metálica, en los restos de cabellos de la calavera encontraron una elevada concentración de mercurio. En aquel momento la técnica forense no estaba lo suficientemente avanzada y las pesquisas concluyeron que se habrían impregnado debido a la constante manipulación de Brahe con los metales, el mercurio entre ellos. Literalmente, echaron tierra sobre el asunto.

1999: Abren la tumba de Tycho Brahe en Nuestra Señora de Tyn. Praga

La tumba de Tycho Brahe volvió a abrirse cien años más tarde, en 1999, durante una investigación más exhaustiva con modernas técnicas forenses. Esta vez, los resultados manifestaron que la cantidad de mercurio hallada en sus restos era tan elevada, que sólo podría responder a una ingesta masiva. De hecho, se llegó a concretar que dicha dosis letal habría sido ingerida alrededor de veinte horas antes de su muerte. Todas las miradas se volvieron al mismo sospechoso: Johannes Kepler.

Lo cierto es que hay motivos para una duda razonable. Se sabe que Tycho Brahe preparaba sus propias medicinas alquímicas, en las cuales el mercurio era un elemento común. Probablemente pudo haberlo ingerido él mismo cuando se trataba su dolencia urinaria. Asesinado o no, la muerte de Tycho Brahe ha suscitado innumerables teorías que se han alimentado de la genuina excentricidad de este personaje y de la imposibilidad de llamar a declarar a los testigos.

El nombre de Johannes Kepler sonará hasta en los oídos más profanos como uno de los más afamados matemáticos eruditos en el estudio del firmamento. A día de hoy no hay libro escolar en que no se mencionen sus leyes sobre el movimiento de los planetas. Así que, pese a todo, no deja de sacarnos una sonrisilla morbosa pensar que el ínclito Johannes Kepler pudo ser el protagonista de su propia novela negra.

Deja un comentario